Textos sobre la I Guerra Mundial


“Un error fundamental (durante la I Guerra Mundial) fue el de mostrar al adversario a la luz del ridículo, forma de propaganda a la que se consagraron con ahínco las revistas humorísticas de Austria y Alemania; y fue errónea porque cuando daba realmente en el blanco servía para que nuestros hombres se formasen una impresión completamente equivocada del enemigo; porque el soldado alemán bajo la impresión directa de la capacidad de resistencia del adversario, comprobaba que había sido engañado hasta aquel momento.»

J.A.C. Brown. Técnicas de persecución. De la propaganda al lavado de cerebro.

“Nosotros no hemos querido esta guerra. Los que la han desencadenado, déspotas con propósitos sanguinarios, con sueños de hegemonía universal, recibirán su castigo. No solo el estertor de los moribundos, los clamores de los sufrimientos de los heridos subirán hasta ellos como reprobación universal, sino el relámpago de odio que se encenderá en las miradas de las madres, de los huérfanos y de las viudas.”

Léon Jouhaux, anarcosindicalista de la CGT francesa. 4 de agosto de 1914.

“Una y otra vez quiero deciros algo: vosotros, que permanecéis en la patria, no olvidéis cuán horrible es la guerra. No dejéis, de rezar. Actuad con seriedad. Abandonad toda superficialidad. Arrojad de teatros y conciertos a los que ríen y bromean mientras sus defensores sufren y se desangran y mueren. De nuevo he vivido durante tres días (del 1 al 4 de enero) la más sangrienta y horrible batalla de la historia, a doscientos metros del enemigo, en una trinchera provisional excavada a toda prisa. Durante tres días y tres noches han caído granadas y más granadas: estallidos, silbidos, sonidos guturales, gritos y gemidos ¡Malditos aquellos que nos condujeron a esta guerra!”

Carta de un estudiante alemán desde el frente. Enero de 1915.

«Nadie niega hoy, como nadie dudó entonces, que el ultimátum austríaco introdujo no sólo la posibilidad de guerra, sino de guerra general, Los estadistas de Viena conocían este riesgo, así como los estadistas alemanes lo habían advertido en las conversaciones de Berlín a principios de julio. Rusia, que se consideraba a sí misma como protectora de los europeos eslavos de los Balcanes, no habría permitido que Servia fuera aplastada ni que se transformase, de un reino independiente, en una especie de protectorado de la Doble Monarquía. El ultimátum era un reto a Rusia. Toda Europa se dio cuenta de que la iniciativa, cargada de amenazas, había venido de Austria y que no habría sido tomada sin la promesa de apoyo dada en Berlín.»

Raymond Aron. Un siglo de guerra total.

El proletariado socialista ha luchado durante largos años contra el militarismo.
Pero los partidos socialistas y las organizaciones obreras de algunos países, pese a haber contribuido a la elaboración de estas decisiones, se han desentendido, desde el comienzo de la guerra, de las obligaciones que aquellas implicaban.
¡Proletarios!
Desde el desencadenamiento de la guerra habéis puesto todas vuestras fuerzas, todo vuestro valor y vuestra resistencia al servicio de las clases poseedoras para mataros los unos a los otros. Es necesario que hoy volváis al campo de la lucha de clases y actuéis por vuestra propia causa, por el sagrado objetivo del socialismo, por la emancipación de los pueblos oprimidos y de las clases sometidas.”

Manifiesto de Zimmerwald. 7 de septiembre de 1915.

“A lo largo de 1917, la práctica totalidad de las naciones europeas comprometidas en la guerra atravesó serias dificultades de orden político planteadas por causas económicas, sociales y militares. (…)
En Francia el problema no era solamente político y económico, sino también militar. Los años de guerra de trincheras habían agotado la moral del ejército francés. Demasiado cercanos a la retaguardia como para no darse cuenta de su mísera condición, los soldados galos habían ido incubando un resentimiento que se plasmó en los motines de 1917. (…)
Durante la primavera de 1917, (…) comenzaron a producirse motines en algunas unidades francesas. Pronto se extendieron por el frente. Los soldados protestaban por la forma en que se conducía la guerra, en la que eran sacrificados sin beneficio, y se negaban a combatir. El peligro de un desmoronamiento del frente era evidente. En noviembre, dimitió el gobierno Painlevé y le fue confiado el poder a Georges Clemanceau. Asustado por lo que creía un movimiento revolucionario, el jefe del gobierno procedió a abortarlo por dos procedimientos. Primero desató una despiadada represión no sólo contra los amotinados -554 condenas a muerte, de las que se ejecutaron 49-, sino también contra los socialistas que habían abandonado la Unión Sagrada y contra los pacifistas en general. Luego, sustituyó al desprestigiado Nivelle por Pétain, quien detuvo las costosas e inútiles ofensivas.

J. Gil Pecharromán. La Gran Guerra.

«Los permisos y los períodos de descanso tienen una influencia considerable sobre el estado moral de las tropas…, los esfuerzos del Mando deben tender a asegurar a los militares de cualquier graduación los siete días de permiso por cada cuatro meses.. A este efecto, es preciso encontrar la fórmula para que se haga por adelantado, y no con retraso, como sucede con frecuencia en la actualidad, sobre el turno normal de salidas de permiso… A fin de evitar toda injusticia o desigualdad en la concesión de los permisos, deberá ejercerse por los oficiales generales una vigilancia especial (…). En tanto sea posible, todas las tropas que hayan salido de la trinchera y, sobre todo, de la batalla deben ser enviadas a descansar; de este modo, es necesario entender que deben establecerse en una zona bastante alejada del frente para que puedan sustraerse a las emociones inmediatas del combate y el bombardeo enemigo; los acantonamientos que les sean asignados deben ser lo suficientemente confortables como para que encuentren allí el bienestar que les es necesario…»
Instrucciones del general Pétain sobre los permisos y períodos de descanso.
Artículo 1°. Alemania, Austria-Hungría, Bulgaria y Turquía, por una parte, y Rusia, por la otra parte, declaran que el estado de guerra entre ellas ha concluido. Están determinarlas a vivir, de ahora en adelante, en paz y mutua amistad.
Artículo 2°. Las partes contratantes cesarán toda agitación o propaganda contra el gobierno, ola organización del Estado y del ejército de las otras partes.
Artículo 4°. Alemania está dispuesta, tan pronto como se haya concluido la paz general y se haya realizado la comnpleta desmovilización rusa.
Artículo 5°. Rusia realizará la completa e inmediata desmovilización de su ejército, incluidas aquellas partes del ejército recientemente formadas por el gobierno actual.

Fragmento del Tratado de Brest-Litovsk.

“Durante los calurosos días de finales de julio, yo estaba en Cambridge, discutiendo la situación con todo el mundo. Consideraba imposible creer que Europa estuviese tan loca como para precipitarse a la guerra, pero yo estaba convencido de que, si llegaba a haber guerra, Inglaterra se vería involucrada. Yo deseaba vivamente que Inglaterra permaneciera neutral, para lo que recogí firmas de un amplio número de profesores y compañeros para una declaración que, a tal efecto, apareció en el Manchester Guardian. El día que la guerra fue declarada, casi todos ellos cambiaron de pensar. Eché la tarde paseando por las calles, especialmente en las cercanías de Trafalgar Square, observando a un entusiasmado gentío que me hacía a mí mismo sensible a tales emociones. (…) Yo había supuesto ingenuamente lo que la mayoría de los pacifistas afirmaban: que las guerras eran una imposición de gobiernos despóticos y maquiavélicos sobre una población que las rechazaba. (…)”

Bertrand Russell. Autobiografía.

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